miércoles, 21 de mayo de 2014

Cobaya.

Hay dos clases de personas: las sanas y las enfermas.  Ninguna de ellas está exceptuada de ir al médico  Yo voy como miembro del segundo grupo, lo cual me ubica en una posición claramente desventajosa.
Mi médica no me cae bien.  Mientras completa unos formularios con órdenes,  me explica que debo recorrer una lista de laboratorios hasta dar con uno que se encuentre en buenos términos con mi desarrapada Obra Social.  Me expone una teoría política sobre el IOMA con la que desacuerdo completamente.  Pero ¿es posible contradecir a un médico? Luego, casi sin respirar me dispara: "Vamos a estudiarte un poquito", palabras sacadas del Manual de Frases Irritantes. Confirmo entonces, para mi pesar, que estoy en las garras de la Medicina, la Ciencia de los Hombres Infames.