domingo, 28 de octubre de 2012

Los peligros del amor.

Para un niño de ocho años, el amor es, todavía, el amor de los padres.
Milton tiene ocho años.  Es inteligente y despierto y tiene mal comportamiento en la escuela.  A veces la maestra le escribe notas a la madre en el cuaderno, otras veces, la llama por teléfono:  Milton no quiere hacer la tarea.  La madre  piensa que las maestras adoptan con frecuencia actitudes desesperadas.
Para el aniversario de casados de sus padres, Milton hizo un dibujo de un corazón rojo, partido y atravesado por una flecha verde sobre la palabra "love" sobre un arco iris con sus extremos apoyados en un campo verde y rojo.  Debajo del arcoiris, en el centro del campo, dibujó una pequeña forma alargada y negra:  una horca.  Su madre enmarcó el dibujo y lo colgó en el living de la casa.

jueves, 25 de octubre de 2012

Para qué

Suele pasar que la clase no se arma.  Mejor dicho, la experiencia cotidiana es una clase que no se arma, donde todo es interrupción, disparate, salidas desopilantes y también desesperantes.  Siempre estamos en la situación de no poder remontar la clase, sobre todo porque ella nunca ha sido montada, no en el sentido tradicional en que nuestra memoria escolar piensa, aún hoy, una clase.  Sin embargo la atención, curiosamente, no decae, y parece que hay un esfuerzo por entender, por atrapar algún concepto o aunque más no sea, un esfuerzo por lograr cierto mecanismo aceptable de respuestas.  Aunque a primera vista no hay más que dispersión, hay una demanda de los alumnos, (esa y no otra es también nuestra esperanza) solo que no sabemos nunca bien cuál es.  ¿Una demanda de inclusión?  Hemos aprendido a tomar esta expresión con extremada prudencia, cuando no, con desconfianza.  En todo caso, lo que más agradezco es cuando en el caos aparente de la clase, algún pibe pregunta con una mezcla de desesperación e ilusión: Profe, ¿para qué sirve todo esto?

sábado, 20 de octubre de 2012

jueves, 18 de octubre de 2012

El vacío es una fase de la materia. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Notación Científica

_Profe, yo el año que viene no vengo más a esta escuela.
...
_Sí en realidad, quiero ir al ejército; quiero que me den un arma y que me enseñen a usarla
Y Lambertini forma un arma con las manos, me apunta y me dispara

lunes, 15 de octubre de 2012

Proyecto Berni

En ese momento Sergio Berni (Secretario de Seguridad de la Nación, presente en el lugar) ordenó tomar por asalto los cuatro micros y detener a todos sus ocupantes. Así los gendarmes armados subieron a los micros amenazaron a sus ocupantes y tomaron el volante de los mismos.
Destino: CAMPO DE MAYO.
Así por orden directa de Sergio Berni llevaron a 67 personas (en su mayoría personas mayores, mujeres y 9 menores, desde un niño de 2 años hasta chica de 15, pasando por una niña de 4 años, entre otros) a la Unidad Especial de Procedimientos Judiciales que se encuentra ubicada dentro del Regimiento del Ejercito de Campo de Mayo, que fuera durante la última dictadura militar uno de los más grandes y sanguinarios centros clandestinos de detención del país.
Historia completa acá

viernes, 5 de octubre de 2012

La tenacidad irreverente.

"Me permito contarles un miedo mío, un miedo que sentí (y lo comuniqué torpemente por Facebook, lo que mereció la inmediata respuesta indignada de los que se llaman 'amigos', 'friends', esas amables siluetas que nunca tendrán cuerpo). Había
muerto Kirchner, una semana después de la muerte de Mariano Ferreyra, y mi miedo se refería a la aureola religiosa con la que el poder sabe coronar las sienes de sus jefes desaparecidos. Escribí entonces: 'yo no me olvido de Mariano'. No lo conocí, pero lo imaginé como un posible alumno mío, entrañable en la tenacidad irreverente que habría de costarle la vida. Tenía miedo de que otra muerte nos hiciera olvidar la suya en el entrevero arremolinado de la conveniencia política."

Jorge Panesi en 'Sobre ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? de Diego Rojas' * Papeles sueltos: http://cor.to/5F7

martes, 2 de octubre de 2012

La clase

"Profesora usted me quiere a mí?" grita Durand desde el último banco, un alumno insoportable pero decidido a no llevarse la materia.  Sí claro que lo quiero, le digo, los quiero a todos.  Lambertini jamás me preguntaría eso, el es de piedra, ya se sabe, quedó huérfano.  (Él es el que  viene y doblándose el labio inferior hacia afuera me muestra una horrible verruga que lo está atormentando y yo trato de no poner cara de asco sino de pena y le digo "¡Ay, pobre!")  Lambertini se ríe cuando yo les digo que son mi curso preferido. Y después mientras tratan, de verdad, de resolver cálculos combinados con fracciones, Mendoza me dice: "Profe, yo me voya a tatuar su cara acá en mi brazo"