Sé que sueño. Aproximadamente, cada noventa minutos a lo largo de la noche, sueño intensamente. Cuando sueño soy otra y cuando me despierto no me acuerdo de quién fuí mientras soñaba. Así no se puede. Se supone que el sueño nos acerca a la sabiduría, pero si me olvido lo que sueño, no sirve. Olvidar no es parte del juego del sueño. Olvidar es otra cosa, más bien unida al deseo. No hay memoria sin deseo.
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