sábado, 11 de febrero de 2012

Esperanza

Después o ante todo, soy profesora de Matemática. En estos días mi principal tarea sería rebuscar  nuevos ejercicios, planear exámenes, pergeñar series de actividades con el fin pedagógico que me compete:  que jóvenes de entre 11 y 15 años y algo más, aprendan Matemática.  Enfrento esta tarea peleando  con el escepticismo: ¿cuán vanos serán mis esfuerzos esta vez? ¿qué grado (mínimo) de éxito alcanzaré?  Pero la esperanza, dicen, siempre arde en el corazón de los hombres.  Y la pedagogía, a menudo estéril, de algún modo siempre encuentra algún destino, incluso de literatura.

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