Cuando yo era más chica en casa teníamos una gata. la llamabamos así, la Gata. La Gata cazaba gorriones. La primera vez que la vimos devorar uno en el patio y comérselo hasta las plumas, nos causó horror. Nunca nos olvidábamos de alimentarla pero a la Gata le gustaba mucho cazar y era buena atrapando aves. Tuvimos que acostumbrarnos. Cuando se enfermó, la llevamos al veterinario y la sacrificamos y la enterramos en algún lugar el fondo de la casa.
Una vez leí un cuento sobre una mujer que crió durante años a un gato gordo llamado Alberto. Lo alimentaba con latas de atún, lo vestía con corbata y comprendía sus maullidos. Cuando Alberto enfermó le hicieron análisis y ecografías y lo internaron en terapia intensiva hasta que murió. La mujer no pudo soportar la culpa y durante meses se dió a la bebida hasta que una Navidad sacó la cajita que guardaba las cenizas de Alberto y las esparció en un bosque.
La Navidad es una buena época para acercarse a la Naturaleza. O para leer un cuento.
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