viernes, 10 de septiembre de 2010

Al maestro con cariño


Este viernes fue día de asueto en las escuelas de la provincia de Buenos Aires y acto en homenaje a Domingo F. Sarmiento.    Asueto, es decir demagogia y acto de homenaje, es decir, hipocresía.  Pues del Gobierno no pretendo que nos dé asueto un día, sino que nos aumenten el sueldo y en lugar del blablabla simbólico, acciones concretas, dinero contante y sonante invertido en escuelas, cosa que hasta ahora nunca se realiza sin lucha, sudor y sangre.    No en vano se dice que la maestra es como la segunda madre. La madre da la vida por los hijos; es una metáfora y como tal tiene el terrible poder del lenguaje.  En efecto, corriendo para satisfacer la demanda, que es por definición, infinita, de los hijos, la madre deja de lado su vida personal.   La tarea de la madre es tan sublime que termina no valiendo nada.  La educación, parece ser siempre lo más importante, la solución universal frente al Mal:  alguien cruza con el semáforo en rojo, falta educación, los gobernantes roban inmpunemente, necesitamos educación, alguien asesina a sangre fría, educación, educación.  Como ocurre con la madre, la tarea docente por ser impagable termina siendo mal pagada.
Los empleados del subterraneo lo saben muy bien:  para conseguir aumento de sueldo se arrojan, cada tanto, a las vías del tren.  Por supuesto todos ponen el grito en el cielo, pero los obreros reciben su aumento y cobran buenos salarios.  Los docentes, ocasionalmente también salen a las rutas.  Son asesinados y vuelven a las aulas con horror.  Ahora, los alumnos secundarios de Capital tomaron las escuelas y no quieren salir hasta que se escuchen sus reclamos, resisten los ataques de los medios y de los Gobiernos y la hipocresía de los sindicatos.
Las escuelas se derrumban pero hicimos el acto en homenaje a Sarmiento porque después de todo un acto escolar es una ocasión de tomar la palabra.  En ese acto junto a unos veinte pibes, con la Bandera de Ceremonias prestada por la escuela primaria, con el equipito de música del año noventa y siete que trajo la preceptora desde su casa, que no funcionó y tuvimos que cantar el Himno sin música, en ese acto se habló de todo esto y seguiremos hablando y pensando y combatiendo.

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