viernes, 17 de septiembre de 2010

Predicar en el desierto

Es la clase de ácidos y bases, en 3º año (ex 3º año ESB, ex 9º año EGB, ex 2º año secundaria de la que hice yo) en mi escuela de Villa Concepción.  Decidí usar los libros enviados por la Nación, comprados a un grupo editorial español.  Le pido a un alumno que empiece a leer, pero me topo con una negativa contundente: "Yo no leo" me dice.  Noto que no dijo "yo no quiero leer", lo cual sería una esperable rebeldía, sino simplemente "yo no leo".  Trato de convencerlo, "Vamos, Juan, empezá vos y después sigue otro compañero..." Pero no hay quien lo saque del yo-no-leo.  Por suerte alguien más se ofrece a la tarea de leer, que se había convertido repentinamente en un obstáculo para proseguir la clase.  Me quedo pensando en la declaración de Juan.  No se trata de una preferencia del tipo yo no tomo café ni de una declaración de principios como podría ser yo no miento.  Temo que  más bien expresa una imposibilidad, yo no leo así como yo no respiro bajo el agua.  A veces damos por sentado que todos leen.  ¿No es internet un mar de textos?  Sin embargo mientras algunos somos peces lectores, otros, muchos, permanecen con los pies en tierra firme y seca, en un desierto a salvo de las letras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No será que leyò a Bartleby?