viernes, 5 de noviembre de 2010

Juguetología I

Entro a la pequeña juguetería y pido "un tren para un nene de dos años"  El rostro del vendedor me deja ver que lo he puesto en un problema y a la vez que mi pedido tiene un ligero defecto:  estoy, sin duda, muy equivocada.   Pero es un vendedor profesional  así que emprende su tarea de educarme con mucho tacto: "...Le llaman la atención los trenes..."  Yo caigo en la trampa:"¡Sí, le gustan los trenes!"  La expresión del vededor cambia; ahora que pisé el palito, él es el dueño de la cancha:  "No. Le llaman la atención los trenes, el gusto es algo más profundo.  A ver: poner un cosa detrás de otra, eso es un tren, mi nene lo hacía con los platos."  Dice, mientras con una mano coloca varios platos invisibles, uno tras otro, en el aire.  Me doy cuenta de que no va a ser fácil hallar un trencito para Miguel.  Pero el vendedor, ahora más seguro, prosigue.  "Sin duda debe ser algo de madera.  A esta edad los niños suelen hacer esto con los juguetes"  dice, mientras hace el gesto de arrojar algo violentamente contra la pared.  Lo que siguió fue una pequeña conferencia sobre teoría de los juguetes al cabo de la cual me fui sin comprar nada pero habiendo aprendido mi lección. Los adultos no deberíamos elegir los juguetes pensando en nuestra idea de diversión    La fantasía de que el niño nos dejará tranquilos por un rato porque está entretenido, no es más que eso, una ilusión. Pues ningún chico juega para entretenerse sino para adquirir conocimientos. 

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