Están las pequeñas cosas en las que creo que se juega mi felicidad: pensar que si uso ropa de un cierto color todo va a ir mejor o que si cambio los muebles de lugar mi visión del mundo va a cambiar o que no podré afrontar el día sin llevar conmigo cierto libro en el bolso. Los insignificantes, dramáticos, fetiches cuya única función es proporcionar la dosis de energía suficiente para levantarme cada día y enfrentar nada menos que la vida.
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