El martes y el miércoles los noticieros transmitían en cadena el rescate de los mineros de Copiapó, entrerrados setecientos metros bajo tierra por la irresponsabilidad y la codicia de una empresa minera, fundada,
por un ingeniero húngaro, en los ochenta. El rescate no sería más que
una fantástica cuerda para salvar, no a los treinta y cuatro mineros sino a la misma San Esteban de la quiebra financiera en la que se encuentra hundida.
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