miércoles, 6 de octubre de 2010

Inconformismo

¿Por qué si tenemos en casa unos mil libros distribuidos en tres bibliotecas, por qué si no desperdicio ocasión de manifestar mi desprecio por actividades tan ruines como el fútbol de la A, B y la letra que sea, por qué, entonces,  me sorprendo, me preocupo hasta casi diría que sufro al ver que mi hijo, de recién cumplidos 6 años, lee entero el libro de Tito Gurvanov y le dice a su maestra, sin dudar, que el peón tiene tres movimientos, cuestión que la maestra, a pesar de toda su buena intención de preparar un taller de ajedrez para chicos de jardín de infantes, desconoce por completo?¿ Por qué pienso que me sentiría mejor si mi hijo se dedicara a actividades un poco más infantiles, un poco menos intelectuales como el ya mencionado y tan sudamericano futbol, que depués de todo es más social que el solitario juego creado, según la leyenda,  por Sissa Ben Dari?  La verdad es, lo confieso, que me siento feliz de estudiar con mi hijo el mate del loco en lugar de verme obligada a aprender  la formación de Boca.

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