miércoles, 29 de junio de 2011

IXAM y OIRAD

Leo el libro de Diego Rojas, ¿Quién mató a Mariano Ferreyra?, no puedo dejar de leer.  Esto es como diez Shokclender juntos, pienso cuando leo los capítulos La Unión Ferroviaria y el gobierno nacional, y El negociado. 
El 20 de octubre de 2010 mientras los trabajadores tercerizados marchaban por una calle paralela a las vías, al llegar a la estación Avellaneda vieron las letras del nuevo nombre de la estación, "Maxi y Darío",  al revés.   El asesinato de Mariano  fue en Avellaneda, la línea  que lo une con Kosteki y Santillán es una de las líneas de la memorias que este libro llama a construir.  Porque no hay que olvidar que.  Porque no se debe olvidar que. 
Vaya un párrafo al final de este libro imprescindible para comprender, para no olvidar:

" Toda muerte es dolorosa.  Toda muerte joven es terrible.  Mariano Ferreyra - el músico, el tímido, el dirigente político, el trosco, el de rulos descontrolados, el desordenado, el pibe que podría haber sido cualquier otro pibe argentino, cualquier hijo, hermano, primo o amigo- tenía 23 años y guardaba en sí todas las inquietudes y sueños del mundo.  Fue asesinado por una patota organizada a partir de los intereses de un casta sindical que, con esa acción, expresa la caducidad absoluta de su forma de ejercer el sindicalismo.  Muchas veces la sociedad argentina tomó conciencia de sus tareas luego de que la atravesara la experiencia colectiva de la muerte.  El homicidio del conscripto Omar Carrasco, ocurrido luego de los ejercicios físicos forzados a los que había sido sometido y de la golpiza dada por sus superiores, produjo una indignación social generalizada que determinó el fin del servicio militar obligatorio.  El asesinado de Darío Santilán y de Maximiliano Kosteki abrió el camino a una reacción popular masiva que impidió un giro autoritario del gobierno de Eduardo Duhalde y lo obligó a llamar a elecciones anticipadas.  El asesinato de María Soledad Morales provocó que toda una provincia se movilizara e impulsó la caída de la dinastía Saadi en Catamarca.  La historia nacional está poblada de casos de esta naturaleza.  Muchas veces, entonces, las multitudes asumen el compromiso de que esas muertes no se hayan producido en vano.  Si esta sociedad y especialmente su clase laboriosa, asume como propia la tarea de econstruir sus organizaciones sindicales, si se pone como objetivo recuperarlas para que actúen según el interés genuino de los trabajadores, entonces la muerte de Mariano Ferreyra no habrá sido en vano.  De esa manera, el olvido no se posará sobre la memoria de su vida." (pág 181, Ed Norma, 2011)

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